Privacidad en perspectiva colectiva: nuevas aproximaciones y limitaciones

Evento: XVI Jornadas Internacionales de Filosofía Política: Control social: acción, libertades y ciudadanías.
Organiza: Grupo de Investigación Consolidado «Crisis de la razón práctica» y Seminario de Filosofía Política de la Universidad de Barcelona

Resumen

Tras el estallido de la burbuja de las puntocoms en 2001 comenzó a fraguarse un modelo de explotación económica de Internet basado en la vigilancia del comportamiento de los usuarios. Gracias a la explotación económica de las herramientas de seguimiento y control que inició la industria publicitaria, se ha podido desarrollar una amplia oferta de servicios digitales que los usuarios disfrutan sin desembolso económico, ya que la contraprestación económica es sustituida por la cesión de datos sobre el comportamiento cotidiano. Este fenómeno, que en otro trabajo he denominado «economía de la vigilancia» (Fernández Barbudo, 2019), ha sido estudiado desde diversas perspectivas académicas, entre las que cabe destacar la de Nick Srnicek, que en “Platform Capitalism” (2017)  aborda cómo la identificación y explotación de los datos sirve a las plataformas digitales para crear nuevas fuentes de riqueza; o la de Shoshana Zuboff, que en “Big other: surveillance capitalism and the prospects of an information civilization” (2015) estudia cómo la extracción y análisis de datos ha generado nuevos mercados orientados a la predicción del comportamiento humano.

Aunque las capacidades de vigilancia global y control social que permiten las comunicaciones digitales han sido denunciadas previamente al desarrollo de la economía de la vigilancia, estamos asistiendo en los últimos años a una nueva ola de denuncia social, académica y política contra esta situación. Por ejemplo, la aprobación del Reglamento General de Protección de Datos y la aún en desarrollo Directiva ePrivacy de la Unión Europea han hecho que aumenten las voces en Estados Unidos en pro de una legislación similar, situación que ha sido posible gracias al crecimiento y surgimiento de nuevos actores desde la sociedad civil orientados a la defensa de la privacidad digital, como Privacy International, Future of Privacy Forum, EDRi, EFF o la Fundación Datos Protegidos.

Esta nueva preocupación por la privacidad debemos entenderla en un contexto en el que se han desarrollado y sofisticado las capacidades técnicas de la vigilancia basada en la explotación de datos. No en vano, el auge de dispositivos inteligentes, esto es, artefactos cotidianos como televisores, altavoces, neveras o bombillas a los que se les dota de conectividad a Internet, obedece a esta lógica extractivista de información en la que cualquier ámbito de la vida es susceptible de ser observado en pro de una cuantificación que permita aumentar la capacidad de predicción de comportamientos humanos. Además, cabe destacar que estas técnicas de vigilancia se han extendido a nuevos sectores como la justicia, banca, sanidad, compañías aseguradores e incluso la gestión pública bajo el argumento de que permitirán introducir sistemas de toma de decisiones automatizadas o asistidas con una mayor capacidad para gestionar la complejidad de los sistemas sociales, obteniéndose, así, decisiones informadas de mayor calidad gracias a que se pueden incorporar un mayor número de factores en los modelos de análisis. Esta situación abre un nuevo conjunto de problemas relativos a cómo y con qué criterios se elaboran los modelos de aprendizaje automatizado (machine learning), ya que la falta de transparencia de los mismos, en especial sobre qué tipo de datos son empleados en el entrenamiento de los modelos, impide comprender correctamente los sesgos raciales, ideológicos y de género que se puedan estar introduciendo en las decisiones automatizadas o asistidas que generan.

Aunque estas amenazas inauguran una situación cualitativamente diferente, gran parte de la literatura sigue abordando la problemática social desde la perspectiva del derecho a la privacidad, esto es: cómo estos nuevos desarrollos tecnológicos socavan la capacidad y el inalienable derecho de los individuos para mantener en secreto ciertos aspectos de su vida privada. Esta visión de la privacidad centrada en el individuo tiene su origen en uno de los temas centrales que ha marcado la filosofía política occidental, a saber: la distinción público/privado. Esta «gran dicotomía» {Bobbio:1998ug} es sobre la que se ha desarrollado históricamente el criterio fundamental para delimitar qué cuestiones son materia de deliberación pública y cuáles deben mantenerse al margen del escrutinio público, de ahí que el concepto de privacidad haya variado históricamente en función de los problemas que socialmente han marcado la discusión sobre los límites del ámbito privado y, en consecuencia, sobre el alcance legítimo que el secreto puede tener.

Sin embargo, los problemas que se plantean actualmente a la privacidad no son de orden individual sino colectivo, ya que no estamos ante situaciones que afecten al individuo considerado aisladamente, sino que asistimos al desarrollo de una serie de fenómenos socioeconómicos que afectan a la sociedad en su conjunto. En esta comunicación argumentaré la necesidad de desarrollar una mirada no individualista sobre la privacidad que tenga en cuenta la dimensión colectiva implícita en los fenómenos económicos antes mencionados y abordaré cómo las soluciones técnicas y jurídicas que se centran en dotar de herramientas a los individuos para proteger su privacidad están condenadas a fracasar, ya que no reconocen las asimetrías de poder que se producen en la economía de la vigilancia. En esta línea, presentaré algunas de las propuestas que abordan la privacidad desde una perspectiva no individualista y señalaré el principal riesgo que presentan algunas de estas: convertirse en soluciones mercantilistas en las que el derecho a no ser objeto de la vigilancia generalizada mute en un bien privado tutelado por las leyes del mercado en vez de los poderes públicos.