Política ¿sin? mediación: críticas y límites del ciberoptimismo

Evento: Seminario Internacional de Jóvenes Investigadores
Organiza: Instituto de Filosofía (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

Resumen

Internet es una de las muchas herramientas que se engloban dentro de lo que se ha denominado TICs. Al igual que muchas de las herramientas que se han desarrollado en este ámbito, Internet ha traído consigo grandes debates y promesas de profundas transformaciones en casi todos los ámbitos de la actividad humana (Davis, 2001). Sin embargo, de todas estas herramientas es la única que escribimos como si fuera un nombre propio: Internet, con I mayúscula. Quizá esto se deba a que aún sigue operando la metáfora espacial, la del ciberespacio, mediante la cual comprendemos Internet como un lugar en el que desarrollamos nuestra actividad (Papacharissi, 2010). Aunque también podría ser porque comprendemos Internet como la última gran transformación social fruto de la tecnología. Aquella en la que depositamos grandes esperanzas y de la que esperamos nuevos sueños con los que revolucionar, a cada instante, nuestra vida cotidiana.

A pesar de este optimismo inicial, es de justicia reconocer que las características de los nuevos avances de las TI, especialmente Internet y su capacidad para interactuar de muchos a muchos (Castells, 2008), hacen que sean cualitativamente distintas de las tecnologías anteriores en las que se basaban los medios de comunicación de masas. Especialmente parecen bien configuradas “para servir como foro de participación política ya que presenta[n] rasgos nunca antes disponibles y desde luego nunca antes conjuntamente reunidos” (Davis, 2001, p. 25).

Además hay que tener en cuenta el uso innovador que de las redes informáticas globales y de las formas organizativas en red están haciendo los Nuevos Movimientos Sociales (Juris, 2011, p. 416). Las tecnologías de la información les permiten establecer mecanismos de coordinación entre iguales –nodos autónomos– a escala global, en tiempo real y sin la necesidad de jerarquías u otras mediaciones comunicativas. Internet no sólo les proporciona una infraestructura tecnológica, también un referente a la hora de organizar la sociedad. Elegir el modo de organización siempre ha sido un asunto político, y esto aparece con fuerza en estos movimientos. Los valores de la «ética hacker» (Himanem, 2002) que sustentan la «lógica cultural de las redes» han dado un valor político a la red que va más allá de sus capacidades organizativas, no en vano “las redes están surgiendo también como un ideal cultural …, lo que supone nuevas formas descentralizadas de hacer política y de ejercer la democracia directa, que reflejan los valores tradicionales del anarquismo y la lógica de las redes informáticas” (Juris, 2011, p. 422).

No es de extrañar que en este contexto y dadas estas características hayan aparecido multitud de propuestas o sueños con los que revolucionar la política a través de las TICs. Las propuestas más recientes que recogen estos debates podrían agruparse en dos: 1) Las que buscan aprovechar las TICs e introducir en la democracia representativa mecanismos participativos que estén precedidos por la deliberación; y 2) las que desean desarrollar una nueva forma de organización política que deseche al Estado e imite la organización descentralizada de Internet.

La ponencia se centrará en el segundo grupo de propuestas. El objetivo es mostrar los principales elementos que las vertebran, así como los puntos en común y divergentes con el primer grupo, siempre atendiendo a la contextualización social e histórica de las propuestas. Posteriormente se analizarán las principales críticas que han sido observadas en la literatura especializada y finalizaremos con una reflexión general sobre los límites -tanto tecnológicos como sociales- que las TICs presentan de cara a la participación política.